El crimen de Reynaldo Flehr, el arquitecto asesinado en diciembre de 2021 en Córdoba, dio un giro inesperado en las últimas horas. Dos de los acusados confesaron ser los autores del crimen y desligaron a la hija de la víctima, quien era acusada por la Justicia de querer quedarse con la herencia.
Flehr apareció maniatado, amordazado y con dos disparos en la cabeza en su casa del barrio Los Boulevares, ubicado en Córdoba capital, durante las primeras horas del 29 de diciembre de aquel año. Rápidamente, la investigación señaló a Irina, su hija, como una de las principales sospechosas del homicidio.
Para los investigadores Irina no había actuado sola y por eso fueron imputadas cinco personas acusadas del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, calificado por el vínculo, por codicia, por el número de participantes y por alevosía.
Desde la investigación planteaban que la hija de Flehr había planificado el homicidio de su padre junto a su expareja Leandro Moscarello, al hermano de este, Samuel Moscarello, y otros dos amigos: David Suárez y David Silvestre.
Sin embargo, el viernes se produjeron una serie de declaraciones que dieron un inesperado giro en la causa y que cambian completamente el panorama del juicio. En el final de audiencias en la Cámara Octava del crimen, dos de los acusados confesaron el homicidio y desligaron completamente a Irina Flehr.
Fueron Samuel Moscarello y David Silvestre los que trajeron una nueva perspectiva de los episodios que llevaron al crimen del arquitecto cordobés. Los dos afirmaron que fueron exclusivamente ellos los que llevaron adelante la instigación y ejecución del asesinato.
La declaración de los dos imputados desvinculó por completo a Irina Flehr y obliga a reorganizar completamente el juicio para establecer qué acusación le cabe a cada uno de los otros tres acusados que no habrían sido parte del crimen.
En la audiencia inicial del juicio, Irina Flehr se había presentado ante el tribunal y había calificado las acusaciones como “demenciales”. En aquel momento se refirió a una “golpiza” que perjudicó a su padre y defendió vehementemente su inocencia, lo que generó un clima de tensión y expectativa en la sala.
Sin embargo, la fiscal Palacios se mantuvo firme en la acusación contra la hija de la víctima durante todo el juicio. Es más, durante la investigación no descartó la posibilidad de agravar aún más la calificación legal de Irina.
“Tenemos los elementos de pruebas suficientes y la convicción para llegar a la decisión de detener a estas personas. Es la única hija. La única heredera de muchos bienes”, había declarado la funcionaria que, por aquel momento, se mostraba convencida de la hipótesis de que el arquitecto había sido asesinado para quedarse con la herencia.
Flehr era viudo y vivía solo en su casa del barrio cordobés de Los Boulevares, aunque estaba en pareja. Arquitecto de profesión, se dedicaba a la venta en corralones y ferreterías, y contaba con varias propiedades. Todo esto hacía pensar a los investigadores en que su hija quería quedarse con todo el patrimonio.
El brutal crimen del arquitecto
La noche del 28 de diciembre, Reinaldo Flehr llegó a su propiedad a bordo de su auto marca Honda. Dejó el auto afuera —no lo entró al garaje— y entró caminando solo, según se determinó en las imágenes que captaron las cámaras de seguridad. Adentro lo esperaban los asesinos.
La investigación estableció que lo sentaron en una silla en el comedor de su casa, lo ataron de pies y manos con precintos, lo amordazaron y le dieron dos tiros con un arma calibre .22 a quemarropa en la cabeza y el cuello. Mientras eso ocurría, la televisión funcionaba a todo volumen.
Al día siguiente, la hermana de Flehr decidió ir hasta su casa porque no le respondía los llamados. Así descubrió el crimen del hombre de 61 años, que en un primer momento se pensó que había sido en el marco de un robo. Incluso la hija y el yerno —Flehr y Moscarello— abonaron esa línea de investigación.
Es que en la casa de la víctima todo estaba desordenado y una de las aberturas había sido violentada, pero no se encontraron faltantes. Es más, su computadora, el celular, la billetera y hasta la tablet fueron encontrados en el interior de la vivienda. Otro dato que llamó la atención de los investigadores: no lo torturaron ni lo golpearon antes de ejecutarlo.